Tanto el crecimiento de las empresas como el funcionamiento de algunos servicios públicos, singularmente la sanidad, se resienten en Aragón por la falta de suficientes profesionales cualificados. Además, las inversiones tecnológicas e industriales previstas y el proceso de transición digital harán que el problema se agudice. Es lógico que las universidades aragonesas traten de dar respuesta a esta situación aumentando la oferta de plazas para los estudios tecnológicos y biomédicos.

La Universidad de Zaragoza va a ofrecer veinte plazas más para comenzar los estudios de Medicina; ahora dispone de 245. Mientras que la Universidad San Jorge, por su parte, espera implantar esta carrera en el curso 2025-2026, con cien plazas. De esta forma se incrementará notablemente, dentro de pocos años, el número de médicos que se forman en las instituciones académicas aragonesas, una medida necesaria para paliar el déficit de facultativos que cada vez aqueja más al sistema sanitario. Necesaria pero no suficiente, pues hacen falta también cambios en el MIR e incentivos adecuados para la medicina de familia y para determinados destinos. En cuanto a las profesiones tecnológicas, demandadas de manera creciente por el tejido empresarial, la Universidad pública aumenta también su capacidad formativa en los estudios de Ingeniería Informática, Matemáticas e Ingeniería Biomédica. Las necesidades de las empresas apuntan también a sistemas duales de formación, en los que los estudiantes puedan incorporarse a la actividad profesional aun antes de terminar la carrera. Y también a cursos de reciclaje y formación continua. Son propuestas que la institución académica podría asimismo asumir. La formación de especialistas de alto nivel es un requisito indispensable para el progreso económico y Aragón debe marcarse objetivos ambiciosos.